El arte de la mentira o en defensa del diseño sonoro
Foto por nkashirin via Creative Commons

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Música

El arte de la mentira o en defensa del diseño sonoro

¿Te haz dado cuenta de todo lo que está sonando a tu alrededor?

¿Cómo suena la vida? ¿Cómo suena tu vida? Bueno, si eres lector de THUMP es muy posible que tengas los audífonos puestos o simplemente estés disfrutando de un buen mixtape, una sesión o un nuevo lanzamiento en tu equipo de sonido (y por ser lector de THUMP asumo que no eres de las personas que "escucha" música en las bocinas de la lap).


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En fin, detente un momento. Pon pausa o quítate los audífonos, no va a tomar mucho tiempo y vas a disfrutar mucho más lo que estás leyendo si lo haces. ¿Ya? ¿Qué escuchas? Bueno, sí, evidentemente. ¿Pero qué más? Seguramente ya habías notado que el vecino no tiene tan buen gusto musical pero, ¿qué más hay? Exactamente, parece complejo, ¿no? Pues, tan complejo como pueda ser todo lo que está pasando a tu alrededor, por automático o pequeño que parezca. A menos que estés en un entorno donde no pase nada más que el sonido del mar, la montaña o lo que sea y entonces lucky you pero no importa, sigue leyendo, se va a poner bueno. Regresando al tema, ¿te diste cuenta de todo lo que está sonando a tu alrededor? Quitaste la música y encontraste todo menos silencio.

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Lo mismo pasa en las películas. ¿Qué queda cuando se va la música? La próxima vez que veas una película haz el ejercicio de escuchar y aislar los distintos elementos tal como lo hiciste mientras empezabas a leer este artículo. De igual manera, trata de ir más allá de lo evidente. Incluso quita los diálogos y date cuenta del plano narrativo que está ocurriendo y pasando desapercibido mientras tus ojos y tu agudo intelecto se esfuerzan en decodificar las imágenes. Lo que queda es una composición exquisita de sonidos que se van acomodando en tu cerebro con el fin de reforzar con credibilidad las imágenes que a su vez están intentando contar una historia. Es un entramado que se teje a manera de horizonte de expectativas, que te puede llevar de un punto a otro en la historia sin utilizar una sola palabra.

Siente cómo suena ese ambiente interior o exterior que ves en la película, escucha cómo los pasos empatan no solamente con el ritmo de las pisadas sino con el tipo de piso que la narración intenta describir. Y es que el sonido (o su ausencia) es un recurso de vital importancia para el lenguaje cinematográfico. Hace toda la diferencia en términos de narración, de intención, de verosimilitud; es sin duda, una manera muy efectiva, no sólo de llamar la atención del público, sino de atraparlo, de entramparlo, de ponerlo al borde del asiento e incluso decirle cuándo reír y cuándo llorar.

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Ya que escuchaste tu entorno, ya que pusiste atención al sonido en una película, podrás imaginarte que es una ardua labor el cuidar y capturar todos esos sonidos y ponerlos en su lugar para recrear una escena de lo que sea, dónde sea. ¿Ese teléfono que sonó? Nunca sonó en el set, sino que fue agregado después, en postproducción y no sólo el teléfono. A excepción de los diálogos, todo fue colocado de manera "artificial" por un diseñador sonoro. Pensaríamos que es un trabajo muy noble y artesanal que requiere de mucha paciencia y sensibilidad. Pues lo de artesanal y demás, jamás lo pondría en duda, pero lo de noble…

El diseñador sonoro es prácticamente un editor con el don de la mendacidad. Su objetivo final es engañar a nuestros cerebros para hacerles creer que están escuchando lo que están viendo y viceversa, pero para lograr esto se valen de muchos y muy sucios trucos. Ahí les va. El clip que aparece a continuación contiene tres samples de lluvia, sólo que uno de ellos no es lluvia, ni una regadera ni nada por el estilo ¿Podrías decir cuál es?

Muy fácil, basta con poner atención, y notar cómo las gotas golpetean los adoquines, las plantas, las techumbres y ya. ¿Pero cuál es? Los tres parecen convincentes pero de hecho ninguno de los samples es lluvia, en realidad son: tocino friéndose. Y éste es sólo uno de los ejemplos más claros y divertidos que encontré. El mundo del cine, en términos de sonido, está repleto de trucos como este y muchos otros que han sido mejor guardados.

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Por ejemplo, close up a un cigarrillo consumiéndose de cerca:

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Fácil, arrugas y sueltas una bolsita de celofán. El punto de todo esto es que nuestros cerebros están condicionados para aceptar estas mentiras. De hecho lo único que hace el diseñador sonoro es dar la marca y nuestro cerebro se encarga del resto.

Ahora, si todo funciona de manera tan mágica, te estarás preguntando ¿cuál es la necesidad de freír tocino o usar celofán para engañar cerebros en vez de sólo salir en un adorable día lluvioso con tu grabadora y tu micrófono y simplemente ponerte a grabar?

El asunto es que en este negocio no se busca exactitud sino credibilidad y efectividad. Un ejemplo muy claro de esto es el de huesos rotos. El siguiente clip contiene el sonido real de huesos rompiéndose:

Bueno, con mucho esfuerzo me puedo imaginar a alguien quebrando huesos, de pollo o algo así. De hecho más bien me hace pensar en los tronidos de una fogata o no sé. A final de cuentas no es un sonido que resulte efectivo en el sentido de evocarnos una imagen pero qué tal esto:

Me dolió nada más de escucharlo y creo que muchos tendrán la misma reacción hasta el momento en que les digo: Cálmense, nadie salió lastimado, es sólo apio. De hecho no es novedad que muchos de los traumatismos más infames del mundo del cine son vegetales siendo masacrados. Cientos de coles son apuñaladas y brutalmente golpeadas, apios mutilados sin piedad y calabazas sádicamente destripadas con la finalidad de darle realismo y sumarle impacto a las escenas más violentas y sanguinarias.

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Otra razón por la cual no utilizamos sonidos de la vida real es porque no siempre tenemos acceso a cosas como, digamos, un submarino o porque simplemente es algo que (todavía) no existe, como una espada de luz o una iguana mutante del Pacífico de 118.5 metros de altura. Aquí es cuando el trabajo de un diseñador sonoro deja de ser solamente artesanal para convertirse en un asunto de meros creadores. Con el ingenio y la tecnología, el diseñador sonoro debe darle voz a personajes y objetos tan descabellados como impactantes, sin dejar a un lado la verosimilitud. Pero ese es todo un tema y hablaremos de ello más adelante.

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En ese sentido, creo estamos hablando de mentiras blancas o mentiras piadosas o simplemente mentiras que no afectan a nadie o que más bien sí afectan a un montón de personas pero no para mal y todo en nombre del cine y de las historias que merecen ser contadas. O tal vez no hay defensa para los diseñadores sonoros, tal vez sí somos criaturas ruines que vivimos del engaño y la mentira, por eso voy a escapar parafraseando a Oscar Wilde en La decadencia de la mentira, donde establece que todo mal arte viene de copiar la naturaleza y ser realista y todo gran arte viene de mentir, engañar y decir cosas hermosamente falsas.

Si bien la chamba de un diseñador sonoro no es precisamente la más honesta, es importante mencionar que sin ella, el cine sería una cosa totalmente distinta. Y no lo digo a manera de hipótesis, sino de retrospectiva. Vamos unos cuantos años atrás, cuando el cine era "mudo" y tenía que valerse de otros tantos recursos para contar sus historias; saboreemos cada paso y cada brinco que ha dado para llegar a lo que es hoy en día. Desde las aquellas pianolas, los primeros discursos y los disparos de los westerns, hasta levantamientos armados intergalácticos, dinosaurios resucitados, etcétera, sin olvidar esas pelis de horror que te ponen los pelos de punta y te sacan un pedo cada que te hacen brincar.

Gerardo es un mentiroso profesional. Tanto, que lo encuentras en Twitter bajo el alias de @iliasAsterion.