¿Va a dejar de ser Ibiza la meca de la fiesta?

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¿Va a dejar de ser Ibiza la meca de la fiesta?

Ibiza está pasando de ser un destino para turistas ávidos de fiesta a convertirse en un patio de recreo para las elites poderosas.

El pasado junio, los medios de comunicación anunciaron que MTV iba a llevar su infame serie, Jersey Shore, a la isla de Ibiza. La nueva producción se llamaba, como no podía ser de otro modo, Ibiza Shore y, a juzgar por su campaña de marketing, parecía una versión actualizada de la mítica fiesta ibicenca de 1987 de Paul Oakenfold, pero con más camisetas sin mangas, bass drops y barras libres.

Los políticos de la isla, horrorizados por la cultura de sexo, borracheras y drogas sobre la que se ha forjado su fama MTV, no tardaron en tomar medidas para evitar que la serie se grabara en Ibiza. «Si podemos parar esto, lo haremos», aseguró a The Guardian Vicent Torres, presidente del Consell de Ibiza. «Es una cuestión de imagen… Es una faceta de Ibiza en la que no estamos en absoluto interesados».

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El elenco de Gandía Shore.

Los residentes de la isla se unieron a la lucha. Casi 25.000 personas firmaron una petición por internet en la que exigían que se cancelara el programa; los establecimientos locales, a su vez, juraron que boicotearían la producción. El empresario Jaume Torres incluso intentó registrar la marca «Ibiza Shore» para impedir que MTV pudiera utilizarla. Y Alexis Carini, presidente de la asociación de catering de la Pimeef, explicó a Music Times que estaba tan dispuesto a evitar que se emitiera la serie que no le importó dejar de ingresar 27.000 euros al rechazar el encargo de ofrecer sus servicios a el equipo de realización.

«Estos últimos años hemos estado intentando cambiar la imagen de Ibiza después de tantas denuncias sobre drogas, vulgaridades y gente vomitando en las calles», afirma Carini. «La isla ya no es así».

El esfuerzo colectivo llevado a cabo por los residentes de Ibiza funcionó: el pasado agosto, la empresa matriz de MTV, Viacom, emitió un comunicado oficial en el que informaba de que la serie se suspendía «debido a circunstancias que escapan a nuestro control». Torres celebró la decisión y declaró a The Guardian que representaba «una victoria para los ciudadanos de Ibiza».

La cancelación de Ibiza Shore no es ninguna anomalía. Si bien la economía de las Islas Baleares se sustenta gracias al sector del turismo –que representa un 72 por ciento del PIB-, el tipo de turista que Ibiza pretende atraer ya no es el mismo. El clubber europeo que lleva años peregrinando a la isla para entregarse a fiestas interminables en discotecas emblemáticas deja paso a miembros de realeza adinerados, celebridades y directivos de empresa y sus familias.

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El pasado septiembre, el Primer Ministro Británico David Cameron y su mujer viajaron a Ibiza para visitar a lujosa villa en la isla. El verano pasado, Paris Hilton celebró una fiesta para niños con necesidades especiales durante el tiempo que pinchó en el macroclub Amnesia. Incluso el New York Times apuntó el cambio que se está produciendo en Ibiza cuando mencionó la infame pelea entre Orlando Bloom y Justin Bieber en Cipriani Ibiza el año pasado, señalando que la isla está siendo invadida por los personajes más poderosos y acaudalados del mundo, «unos pasos por detrás de modelos, fotógrafos, diseñadores de moda y directores artísticos, que siempre llegan pronto a la fiesta».

Ibiza está pasando de ser un destino para turistas ávidos de fiesta a convertirse en un patio de recreo para las elites poderosas y tanto la Conselleria de Turisme como las autoridades locales y los propios residentes están propiciando este cambio mediante una tormenta perfecta de legislatura antifiestas, activismo medioambiental y preocupación por la reputación internacional de la isla.

Este años, el gobierno local ha endurecido la normativa referente a bares y clubs de la isla como respuesta a las quejas de los residentes por las fiestas descontroladas que se empezaban a celebrar con demasiada frecuencia. El mes pasado, el Govern Balear impuso a todas las macrodiscotecas un toque de queda a las 6:30 de la mañana, que se hará efectivo el próximo año. Bares y locales musicales deberán cerrar sus puertas a las 5 de la mañana. En la misma línea, el pasado septiembre la autoridad de gobierno propuso el pago de una tasa turística de entre 1 y 2 euros diarios por persona, que también se haría efectiva en 2016 (los detalles sobre dónde y cómo se hará efectivo el pago de la tasa todavía no se han especificado).

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Esta imposición afectará más duramente a los visitantes de clase media –una familia de cuatro miembros tendría que desembolsar 120 euros más-, y los turoperadores, indignados ante la medida, temen que esta provoque una disminución del volumen de turistas; la mayor asociación de turismo británica, ABTA, incluso lo definió como "una receta para el desastre". Sin embargo, los impulsores de la medida afirman que los beneficios irían destinados a aliviar el impactomedio ambiental tan significativoque provocan los turistas sobre los limitados recursos naturales de la isla. «Es un pequeño precio a pagar, pero los beneficios serán enormes», explicó el Conseller de Turisme Biel Barceló (también Vicepresidente del Govern Balear y líder de MÉS) en una entrevista.

Mientras los residentes tratan de evitar que Ibiza se convierta en la Jersey Shore del Mediterráneo, la industria del entretenimiento nocturno empieza a resentirse por las nuevas medidas. Las fiestas que se anteriormente se celebraban por toda la isla con relativa impunidad se ven ahora restringidas por fuertes medidas de seguridad y presencia policial.

Asistentes al Pukka Up, la popular fiesta a bordo de un barco (foto vía PukkaUp.com)

Este año, las fiestas celebradas en grandes embarcaciones turísticas también están sufriendo importantes restricciones, tanto en lo tocante al volumen de la música como al aforo, la higiene alimentaria y las aguas en la que se les permite fondear. A principios del pasado verano, la fuerza policial transmitió claramente la intención de las autoridades del Govern de poner en práctica las nuevas medidas con la redada a un barco de nombre Saga que no disponía de las licencias necesarias para cubrir todas sus actividades.

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Pero quizás las víctimas más visibles del endurecimiento de la ley fueran las fiestas gratuitas que se solían celebrar en la playa, a menudo consideradas una parte esencial de la cultura de espíritu libre de la isla y que el verano pasado fueron disueltas por la policía.

Una de esas fiestas era Rumors, celebración muy popular organizada por el DJ israelí de techno-house Guy Gerber y que solía reunir a hasta 3.000 personas frente al chiringuito de playa Beachhouse. El 13 de septiembre, un grupo de policías de paisano se presentaron en una fiesta en la que actuaban Sasha y Miss Kitten y la mantuvieron parada durante más de una hora. Finalmente permitieron que continuara pero a condición de que la música solo se tocara dentro del local y de que no entrara más gente de la playa.

Fiesta Rumors de Guy Gerber en Beachhouse

Unas emana después, Guy Gerber publicó una actualización en la página de Facebook de la fiesta: «Lamentamos anunciar que este domingo no habrá fiesta RUMORS debido a la nueva legislación y a las regulaciones que se están aplicando en la isla… Debido a estas restricciones, no podemos continuar de la misma forma, conservando la magia que hemos experimentando juntos».

Cuando le llamé un mes después a su estudio en Toronto, Gerber me dio su perspectiva del asunto: «En Ibiza, tienes que respetar la situación: había fuerzas que llevaban mucho tiempo funcionando y Rumors era la novedad. Yo no lo había promocionado ni había hablado mucho de ella; siempre he intentado que fuera algo discreto, pero las autoridades lo han descubierto». Asimismo, reconoce que Beachhouse no disponía de las licencias apropiadas.

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«El gobierno de Ibiza ha cambiado y, por desgracia, quieren cambiar la isla: quieren que haya menos gente de fiesta y poniéndose hasta el culo», prosigue Gerber. El Beachhouse está en plena Platja d'en Bossa, una zona de la costa sudeste conocida por atraer a turistas británicos de la peor calaña. Según el Según el New York Times, la familia Matutes, uno de los mayores inversores de la isla, le ha echado el ojo a esta zona y ha presentado un plan de 360 millones de euros para revitalizarla con, entre otras cosas, un centro comercial de lujo y un campo de golf. Según el artículo, el plan está en punto muerto porque los negocios del área temen el impacto que su construcción pueda tener sobre ellos. En cualquier caso, probablemente sea una de las razones por las que han dejado de celebrarse las fiestas de Gerber.

«Es una pena, porque la gracia de la isla son, precisamente, las fiestas gratuitas en la playa», se lamente Gerber. «No hay que pensar nada; solo hace falta pasarse por ahí y ya está, así de fácil».

La DJ de techno de Berlín tINI coincide en que las fiestas de la playa son una parte esencia de la cultura de ocio de Ibiza. Una asidua de la isla, tINI lleva 13 temporadas acudiendo y este año ha sido la primera vez que le han cerrado su fiesta, que se celebraba en el bar No Name, junto al Rumors.

El 15 de julio, un grupo de entre ocho y diez policías se presentaron en la fiesta justo cuando tINI había acabado de pinchar. «Vinieron directos a la cabina y amenazaron con llevarse el equipo de sonido si volvía a poner música», recuerda. «En ningún momento me dijeron algo como "por favor, baja el volumen de la música". Fueron muy maleducados. La situación fue de lo más violenta».

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Al igual que Gerber, tINI se enteró en ese momento de que el bar No Name tampoco tenía las licencias necesarias para instalar altavoces en la playa. Asegura no conocer este dato antes de la redada. «La policía estaba en su derecho de cerrar el chiringuito», explica.

El día después de que clausuraran su fiesta, tINI publicó una foto de la visita de la policía en su página de Facebook con el texto: «es una pena ver lo que está cambiando Ibiza… Y no para mejor. Están destruyendo lentamente lo que una vez reunió a gente de ideas afines».

tINI está convencida de que las razones detrás de esa intervención policial son políticas. «Han cambiado el gobierno y se nota en muchos aspectos», explicó al teléfono, en referencia a la coalición entre MÉS y PSOE surgida tras las elecciones autonómicas de mayo.

«Por la nueva normativa para las afterparties y las fiestas en la playa, me da la sensación de que el nuevo gobierno quiere limpiar Ibiza. Pero no piensan en la cantidad de dinero que traen los ravers y los DJ, ni en lo que pasará en la isla si se llena de ricos jugando a golf y desaparecen las fiestas».

Carl Craig en la fiesta Detroit Love en No Name, Ibiza (foto vía Carl Craig/Facebook)

El 28 de julio también tenía que celebrarse la fiesta Detroit Love de Carl Craig en el bar No Name, pero se canceló tras la redada efectuada en el evento de tINI. En una conversación telefónica que mantuve con él, Craig también aseguró que estas redadas están motivadas por intereses políticos. «Nuestras fiestas y las de tINI son las bajas del nuevo régimen», explicó. «Hay un nuevo ayuntamiento y posiblemente la gente a la que han votado vean las fiestas como un virus en lugar de cómo algo que beneficia a la isla. Probablemente se quieran centrar en lo que les aporta más beneficios. Con Paris Hilton pinchando en Amnesia, Ibiza se está convirtiendo en Las Vegas».

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A diferencia de Las Vegas, sin embargo, la cultura de la fiesta de Ibiza está muy enraizada en la isla; sus clubes y bares son un vestigio de la cultura hippie que se apoderó de Ibiza en la década de 1970, con fiestas trance en la playa o en la montaña. La oleada de medidas restrictivas de esta temporada parece ir contra lo que muchos consideran una parte esencial de la historia de la isla. «Existe la idea de que puedes venir a Ibiza y disfrutar de buena música en cualquier parte, porque así es como yo siempre he conocido la isla», explicó.

«Los políticos demuestran tener muy poca vista al meterse en medio», concluye Craig. «Se van a cargar la esencia de la isla. Si siguen por ese camino, Ibiza va a ser un asco y pasará otros 20 años sin ser un destino guay».

El verano que viene llegarán más cambios, con el toque de queda a las 6:30 de la mañana, cuyo incumplimiento acarreará multas. En años anteriores, cada una de las zonas municipales en las que está dividida Ibiza disponía de sus propias regulaciones de horarios que, todo sea dicho, raramente se aplicaban. Cuando pasé por la fiesta de cierre de Amnesia de este año, salí de allí, junto con otras cinco mil personas, cuando cerró sus puertas a las 14:00 horas.

Pero la situación de la isla es más compleja de lo que aparenta ser. Ciertos promotores apoyan la propuesta de que el gobierno tenga más control sobre las fiestas que surgen por toda Ibiza. Nacho Capella, gerente de RR.PP. de Amnesia y promotor de una popular fiesta techno alemana llamada Hyte, considera que las fiestas de la playa son culpables, en parte, de la aplicación de estas nuevas medidas restrictivas. «La isla siempre ha sido muy de la fiesta, pero antes era más respetuosa y estaba todo más controlado», me comentó por teléfono. «Ahora todo el mundo es promotor y DJ. Este verano fue demasiado: había fiestas en la playa tres o cuatro días a la semana. Está dañando el negocio de los grandes clubes».

La fiesta de cierre de Amnesia en octubre (foto vía Amnesia/Facebook)

Capella, a diferencia de otros promotores con los que hablé, asegura entender la necesidad de una regulación más estricta, pero hasta cierto punto. «No puedes permitir que todo el mundo haga lo que quiera. Entiendo que se cierre un poco antes y que se fomente el respeto» y añadió que de esta forma se evita que los estudiantes tengan que ir al colegio esquivando borrachos por la calle y que quienes van al trabajo en coche deban sufrir atascos a causa de la marea de taxis saliendo de las discotecas. «Los residentes se están poniendo nerviosos», explica Capella.

En otras palabras, a Capella no le quitan el sueño las nuevas medidas que entrarán en vigor el año próximo; de hecho, él considera que esta intervención es el último baile kabuki que suelen protagonizar clubes y autoridades al final de cada temporada, cuando los residentes se quejan de que las fiestas se han descontrolado. «Hemos tenido graves conflictos con el gobierno durante 20 años», afirma. «Es necesario hablar, celebrar reuniones y, al final, siempre llegamos a un acuerdo».

Pese a ello, Capella espera que Ibiza no pierda ese encanto que la ha hecho tan querida. «Ibiza está siguiendo la globalización mundial». afirmó. «Al igual que en Miami y Las Vegas, los peces gordos y la gente importante viene a la isla y eso, por supuesto, está cambiando la cultura. Si te digo la verdad, creo que Ibiza se está convirtiendo en algo como St. Tropez o Mónaco: más Ferraris, más limusinas, más dinero. Tenemos que intentar que vuelva a ser lo que era».

Michelle Lhooq es editora de THUMP y se estrenó en la fiesta de Ibiza este verano. Síguela en Twitter.