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Música

Los siete pecados capitales de la fiesta

Un recordatorio de como comportarte en la fiesta para no ser un total idiota.
The sinful faces of club culture (photo via THUMP) This post ran originally on THUMP UK.

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Este artículo se publicó originalmente en THUMP Reino Unido.

La mayoría de nosotros tenemos muy buenas nociones de lo que no se debe hacer en los clubes: no te atravieses en el camino de la gente, no pises a nadie, no dejes la puerta de tu cubículo sin seguro, no vomites en un bote de basura del área de fumadores, no pidas "Once Dance", no apuntes con tus irónicos dedos de pistola en cada canción y esperes que tus cuates se rían cada vez que lo hagas, no comas en la pista de baile, no te vueles una caja llena de cigarrillos, no pierdas tu billetera, llaves, pasaporte y teléfono solo para darte cuenta después de unos diez minutos de pánico que habías dejado todo en el guardarropa del lugar, así que no pierdas tu ticket de guardarropa, no supliques que te entreguen tus cosas de inmediato, no amenaces con llamar a la policía cuando se te nieguen momentáneamente tus cosas, y sobre todo, no termines la noche llorando histéricamente junto a una parada de camiones que está a punto de llevarte unas 37 paradas en la dirección equivocada.

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El infierno, como regularmente nos lo recuerdan los arrogantes misántropos, son las otras personas, y esas otras personas tienden a congregarse en clubes, atrapados en una burbuja egoísta donde se les ve violando cada regla del contrato social con una dejadez temeraria. Estos son los apestosos e inmóviles criminales parlanchines que se abren pasos con los codos y que pueden convertir una noche perfecta en una de pura miseria.

Lo peor de todo –peor que sufrir todo lo anterior– es descubrir que, de hecho, después de beber unas cervezas, eres tú el responsable de eso. Entonces, ¿cómo haces para no convertirte en uno de los fiesteros de Dante? Bueno, esta guía intentará ayudarte. Estos son los siete pecados capitales de ir de fiesta, los hábitos que pueden y deben ser evitados. Ten en mente esta lista y finalmente conviértete en el fiestero perfecto que naciste para ser.

¡Y cualquiera que se encuentre cometiendo uno o más de ellos, será desterrado a una fiesta eterna de Jamie Jones y sus amigos en la Torre de Londres!

Esto puede resultar en un destierro permanente. Lo siento, pero esas son las reglas (foto vía THUMP).

1. Fumar hasta quedar ronco

Lo sé, lo entiendo: la Stella está bajando por tu cuerpo más rápido que nunca, y lo que sea que haya sido esa cosa sospechosa y llena componentes químicos que ingeriste rápidamente en el baño ya te está haciendo efecto; la gente en el club está muy sudorosa y de repente te sientes muy mareado y de verdad, de verdad le tienes que decir algo muy, muy importante a alguien, y el mejor lugar para hacerlo es debajo de una calefacción, en medio de un dealer y un tipo en ketamina, con un cigarrillo en medio de tus labios rotos y otro arrugándose en tu mano viciosa –pero, ¿en serio tenemos que fumar otro cigarrillo? Puedo sentir mis pulmones ennegreciéndose mientras hablamos, y estoy convencido de que estoy expidiendo el tipo de humo nocivo que podría enviar a un luchador profesional al piso en segundos, todo mientras me cuentas lo que le dijo Sofía, la del trabajo, a Dan, el del trabajo, sobre Elena, la del trabajo.

Fúmate un cigarro, fúmate varios cigarros, pero, por favor, por tus pulmones y tus amistades, intenta limitarlos a diferentes horas. Tan placentero como pueda ser un toque de tabaco quemándose, no todos nosotros planeamos pasar toda la noche viéndote enrolar el cigarrillo más deforme en este lado del cuarto de motores del Titanic.

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2. Cantar en coro

Si se te ocurre alguien peor en este mundo que una persona intentando cantar las canciones de un club cuyas letras de hecho tampoco se sabe, entonces, por favor, guárdatelo porque he tenido unos meses pesados y no creo que pueda resistir el dolor. No me importa qué es lo que exactamente no te sabes –podría ser "In Da Club", "Le Freak", o "I Gotta Big Dick"– porque el resultado es el mismo: un completo y absoluto asco. Te ves como James Corden.

3. No callarte nunca

Sí, es realmente molesto que tu supuesto mejor amigo no te haya invitado a ese restaurant chino barato el fin de semana pasado, y sé que siempre te aseguras de invitarlo a todos lados porque eso es lo que hacen los buenos amigos como tú, porque es solo amabilidad; lo sé, concuerdo contigo, y sí, recuerdo cómo te desviaste de tu camino para traerle una barra de chocolate y una copia de Empire cuando tuvo que pasar la noche en el hospital luego de lesionarse la rodilla jugando fútbol, y no, tienes razón, él debió haberte enviado un Whats, porque toma solo un minuto mandar un mensaje y decir que lo sientes. Sé y creo recordar que me dijiste que te dio una copia de la autobiografía de Noddy Holder para un regalo de amigo secreto de Navidad, y que tú le diste algo de café Aeropress, y también entiendo perfectamente lo que dices sobre su nueva novia, también lo había notado. Pero güey, intento ver a Palms Trax o Call Super o quien sea que ha estado poniendo música en la última hora.

La palmadita en la espalda ocasional con los ojos abiertos seguida de un "GÜEY, ESTO ESTÁ DE PUTA MADRE", es toda la comunicación directa que quieres en la pista de baile. Solo piensa, en unas horas podríamos estar todos sentados en la sala de alguien escuchando The xx a todo volumen y hablando de la última incursión de John Harris en los problemas de legitimidad de quienes votaron por salirse de la Unión Europea en el Brexit. También piensa: todavía falta para que eso pase, así que por ahora podrías cerrar la boca y guardarte esos fabulosos pensamientos por un rato.

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4. Tomar hasta vaciar todo el bar

No sé si has escuchado de ellos, güey, pero hay algo llamado bares –miles y miles de ellos– y en estos "bares" puedes comprar cerveza, vino, y shots de licores sin tener que hacer filas durante días. Son muy buenos los bares. Te recomendaría ir a un uno si vas a pasar la mayoría del tiempo en cualquier antro de mala muerte que creas que es un club nocturno bebiendo botellas de cerveza a temperatura ambiente, y volviendo en seguida a la barra cada quince putos minutos durante cuatro horas. Si tienes suerte, este bar del que te hablo tendrá un tipo con gorra poniendo una música baleárica de mierda a un volumen innecesariamente alto. ¡Ganar-ganar!

Esta foto de personas siguiendo las reglas del club y divirtiéndose muchísimo como resultado, fue tomada por nuestro propio Angus Harrison.

5. Bailar demasiado

En tu mente, tú eres la mezcla perfecta entre Rudolf Nureyev, Jay Kay, y un extra en Breakin' 2: Electric Boogaloo. En la vida real, eres algo mucho más cercano a David Brent o el Príncipe William. No es tu entusiasmo lo que te lleva al territorio del "POR FAVOR, PARA, POR FAVOR, PARA, POR FAVOR, PARA", porque un lord sabe que a la pálida cáscara de la cultura del club le haría bien un poco más de eso, sino más que todo los codos por todos lados, las rodillas fuera de lugar y el completo desconocimiento espacial.

Luego de una o dos horas al lado de Disco Stu, seguramente estarás lleno de moretones, sangre, y la insaciable sed de libertad física. De repente, el área de fumadores parece ser el lugar perfecto para tomar un respiro. De seguro regresarás tembloroso y apestoso, pero quizás esas vibras de Pepé Le Pew te darán la zona de libertad física que necesitas para disfrutar.

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6. No bailar para nada

Lo único peor que un remolino en la pista de baile es el tipo de persona que se niega rotundamente a mover un músculo, pero que tampoco quiere darle su espacio a un participante más animado. Estos aguafiestas de hombros tiesos simplemente se paran ahí, frunciendo el ceño y prácticamente desafiando a cualquiera que esté cerca de ellos a disfrutar de la música. Van a chasquear la lengua, van a suspirar, van a sacar sus teléfonos y a voltear los ojos –cualquier cosa menos comunicar directamente su descontento con tu invasión espacial.

El estado de no-bailar –como el de ser inherentemente asocial, desinteresado, y, bueno, derrotista– es casi imposible de cambiar en alguien. Cualquier intento de encantarlos hacia la humillación será contrarrestado con una cara seria y sonrojada de silencio absoluto, y tú te quedarás con un güey que parece una estatua con la cara roja, un poco más que un efigie de vergüenza.

A pesar de tus mejores intenciones, todo lo que has hecho es crear un objeto completamente inmóvil y no solo la has cagado para ti, sino también para todos los que están a tu alrededor. ¿La moraleja? No intentes cambiar a alguien. O simplemente deja al cabrón malhumorado en su casa, donde igual de seguro preferiría estar.

7. Molestar en el DJ Booth

Mira, he estado en el mismo club que tú muchas veces. He visto cómo te mueves, como operas, como siempre consigues dejar caer monedas de tus bolsillos para crear una conmoción fácilmente evitable en el bar que incluye muchos tragos tirados y la atención inmediata del entusiasta personal de seguridad.

También me he dado cuenta de tu tendencia a mantenerte muy cerca de la cabina del DJ. Pasas horas ahí, acercándote más y más, empezando siempre por un lado haciéndote el cool, haciendo tiempo, hasta que PUM, estás ahí, intentando torpemente estrechar la mano del DJ, aferrado a la cabina y chocando unos cinco mutantes. En ese momento, tu cara parece sugerir que estás yendo lentamente hacia un nirvana infinito, un lugar de paz incesante y satisfacción.

La cara del DJ sugiere lo contrario, algo más cercano a un cortante y brusco "¿Te puedes ir a la chingada, güey? Estoy intentando trabajar y todo lo que veo son tus manos sudadas y tu amenazante sonrisita estúpida. Y no, no te voy a decir de quién es ese track". Pero nada te desanimará; cuando estalle la bomba y todos moramos, nuestros cerebros serán un festín para cucarachas, y tú todavía estarás ahí, con tu esqueleto aferrado a la cabina en Oval Space. Nunca renunciando. Nunca.

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