Foto: Gillie Rhodes vía Creative Commons
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De manera casi automática, la ambientación sonora le da a nuestro cerebro las pistas necesarias para creer que se encuentra en cierto espacio, cierto contexto y entonces ¡pum! llegan las mentiras sonoras y con ellas la magia.En mi artículo pasado nos divertimos mucho hablando de cosas fabulosas como pedos, tocino y vegetales masacrados; revelamos algunos secretos de cómo engañar a una audiencia con diseño sonoro y recordamos cómo este nunca ocurrió en set, sino que fue colocado posteriormente, en post-producción. Sin embargo ninguno de estos trucos tendría efecto si no se logra colocar primero al espectador en un espacio físico, con todas las características que esto conlleva.
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Si has estado en una filmación, habrás notado que –si se hace bien– llega un momento ciertamente incómodo en que, así como está todo, la persona de sonido pide silencio para grabar room tone. Todos se callan por medio minuto o más y se aguantan las ganas de hacer reír al de enfrente hasta que el sonidista indique lo contrario. Las primeras veces me preguntaba si no era más fácil pedir que todos se salieran y entonces sí, poder grabar el "silencio" en paz, aunque suene muy forever.
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El room tone es muy importante para dar cierta credibilidad a una escena pero es curioso que sólo se nota cuando no está ¿cierto? Pensemos entonces en el room tone como un bajista o un refrigerador (una disculpa a todos los refrigeradores que están leyendo esto, no es nada personal). Por otro lado y aterrizado a fines más prácticos, podemos hablar del room tone como el fondo o la hoja de papel donde el editor de sonido va a pegar y mezclar –sin cortones o brincos– los efectos y los diálogos, especialmente si se tuvo que hacer ADR (Automatic Dialogue Replacement).Hasta este punto puede parecer muy difusa la diferencia entre room tone (presence) y ambiente (ambience), pero la manera más fácil de entender esto es viéndolos como opuestos. Mientras que el room tone es el "sonido del silencio" (válgame), el ambiente es… justamente el sonido del ambiente y está compuesto por otro tipo de elementos físicos que más bien adornan, contextualizan y hasta ayudan con la narrativa de una escena. Con sonidos de ambientes podemos hablar de elementos diegéticos o no diegéticos, visibles o no visibles como pueden ser el soplido del viento, el crujir de hojas secas, el balbuceo del agua, música a lo lejos, máquinas rugiendo, etc.
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Los ambientes resultan indispensables en el arte de la mentira, pues son la primera capa que percibe el cerebro. Es el primer gancho para ponerlo un determinado contexto y ganar su confianza antes de poder empezar a soltar toda la retahíla de patrañas que conforman el mundo del cine: desde la ficción en las historias y actuaciones, hasta los efectos visuales y sonoros más extravagantes que pueda haber.Ya tenemos entonces el room tone, que se graba en mono, y además de darnos una sensación sonora de "estar ahí" nos sirve como base para mezclar los diálogos y sonidos ambientales, que adornan y detallan el espacio y se graban en estéreo para garantizar la sensación binauralidad y espacialidad, es decir la pura diversión. Sin embargo hay una característica que no hemos mencionado y es la que se va a encargar de darle al cerebro la información espacial que falta para poder obtener su absoluta credibilidad: la reverberación.Relacionados: El arte de masterizar vinilos, un documental sobre una especie en extinción
Para no confundirla con el eco, es necesario definir que la reverberación es un fenómeno acústico que consiste en la ligera permanencia de un sonido causada por la reflexión del mismo en un entorno determinado, aún cuando la fuente original ha dejado de emitirlo; mientras que el eco es una repetición que se ocasiona cuando una onda sonora choca y regresa a su emisor. Entonces, reverberación=permanencia y eco=repetición.
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Este recurso es tan impactante que incluso se puede utilizar como recurso narrativo para poner al espectador en situaciones espaciales distintas. Por ejemplo, si no hay nada de reverberación en el diálogo, es posible que estemos dentro de la cabeza de alguien o bien en una posición muy cercana y muy íntima puesto que no hay espacio para que el sonido viaje y se refleje. Por otro lado, si hay mucha reverberación es posible que nos encontremos en medio de un flashback, un sueño o hablando con alguna divinidad.Parecen sutilezas un tanto absurdas y –a juzgar por las temáticas del silencio y el espacio– bastante tripeadas, pero todo está allá afuera (o aquí adentro… chale) en las películas, series, caricaturas y hasta documentales. Es necesario construir el espacio sonoro que merece cada escena. El diseño sonoro habla de verosimilitud aún a costa del engaño y podemos darnos el lujo de mentir en casi todo menos en el espacio que tomamos como escenario. Hay excepciones, claro, pero si logramos convencer al cerebro de que está ahí desde un inicio, ganamos su confianza y después de podemos darle lo que sea, lo-que-sea.Gerardo le debe una disculpa a los bajistas también. Dudas y reclamaciones en Twitter por favor.